La
calefacción eléctrica.
Este artículo decidí tratarlo de manera un poco más técnica, indispensable para que se entienda de qué estamos hablando.
La transmisión del calor se realiza básicamente de
tres maneras diferentes.
Sea
una olla con agua sobre una hornalla: el calor pasa de la hornalla a la olla
por Radiación; el volumen de agua se
va calentando por Convección, y el
mango de la olla se calienta por Conducción.
Paso a desarrollar un poco más los dos primeros modos de transferencia del calor, aunque no en el orden expuesto.
Calefacción por Convección
Sea cual
fuere el tipo de combustible o fuente de energía utilizados (gas, kerosene,
electricidad, etc.), los calefactores normalmente calientan el aire circundante por Convección, proceso físico por el cual
se establece una circulación natural de ese aire que se aliviana y eleva a
medida que se va calentando, desplazando hacia abajo el aire más frio, completando así el ciclo de circulación natural.
De este modo, el aire más caliente quedará mayoritariamente estacionado en el
cielorraso, que termina siendo la zona que más calor recibe en lugar
de la comprendida entre los 0 y 2 mt, que es donde realmente lo necesitamos,
siendo entonces muy importante para el rendimiento de la calefacción por
Convección que el cielorraso esté a la menor altura posible.
Para ser fiel al título de la presente entrada de mi Monografía, el mejor ejemplo de calefacción por Convección es la calefacción eléctrica, que es la de menor impacto
ambiental por cuanto no consume combustibles fósiles, ni oxígeno, ni produce
emisión de olor ni de gases nocivos. También
está entre las más eficientes en cuanto al aprovechamiento
de la energía, con valores superiores a 85/90 %. Y desde el punto de vista de la
inversión inicial es el modo más económico y por ende al alcance de las
mayorías. Es también el modo del que todos podemos disponer de inmediato, sin
instalaciones especiales y tengamos o no gas natural.Pero, como siempre, no todo son rosas: debido al costo relativo de la energía eléctrica
con respecto al de los combustibles fósiles, la calefacción eléctrica es la de mayor costo por caloría disponible.
Al respecto, hay variados tipos de artefactos en
el mercado para calefaccionarnos usando el fluido eléctrico, pero todos basados
en el mismo principio físico de funcionamiento, conocido como efecto Joule, por
el cual toda vez que una corriente eléctrica pasa a través de una resistencia
(alambre de aleación de níquel-cromo o similar), se convierte en energía
térmica. Lo que sí hay son varios
modelos en cuanto a diseño, pero todos ellos se basan en la circulación de una
corriente a través de una resistencia, de mayor o menor potencia (vatios), y
calientan por Convección, sea natural o forzada mediante un ventilador.
De esto se deriva que el poder calórico de todos ellos está dado exclusivamente por la
potencia que tienen, medida en vatios (o watt). Si consume más calentará más, y si consume menos calentará menos. No hay
misterios.
No
obstante ello, hay una variante importante dentro de los llamados caloventores,
esto es, calefactores eléctricos que calientan por Convección forzada a través
de un ventilador. Los hay con hélice de 2 a 4 palas, y los hay con hélice tipo
“jaula de ardilla”, siendo éstos ligeramente más caros pero en general de mayor
calidad y, sobre todo, de un notable mayor
resultado final debido al gran rendimiento de este tipo de ventilador, que por
otro lado tiene una muy larga vida útil, con casi cero mantenimiento.
Calefacción
por Radiación
Hablando siempre
de calefacción utilizando la electricidad como energía, existe otro medio de
calentamiento eléctrico, menos conocido, que es el de calentamiento por Radiación, que básicamente consiste en la
transferencia de calor no a través del aire (Convección), sino a través de
ondas electromagnéticas de una longitud tal que resultan invisibles al ojo
humano.
El grado extremo de este tipo de calentamiento es
utilizado en los hornos de inducción usados en la industria y en los hornos de
micro ondas usados en el hogar, en los que estas ondas de muy corta longitud
calientan todo elemento permeable a las ondas electromagnéticas “desde
adentro”, llegando a cocinarlo en el caso de sustancias orgánicas.
Sin llegar a tal extremo, existen
calefactores que operan bajo el principio físico conocido como Radiación que actúan mediante la
emisión de rayos infrarrojos de onda
larga, cuya energía electromagnética transmitida no calienta el aire sino directamente las personas y cosas al ser
absorbidas por ellas, de igual manera a como lo hace el sol.
Para que se entienda la diferencia entre ambos
tipos de calefacción: la que se produce por Convección no sería posible en el
vacío, donde no existe aire; en cambio sí sería posible la calefacción por
Radiación, de la misma manera que nos llega la energía del sol a través del
vacío del espacio.
Cuando hablamos de calefactores por Radiación
infrarroja, nos referimos a aquellos que se usan para calefaccionar en
exteriores (a no mucha distancia) o colgados del techo, que emiten radiación
infrarroja de “onda larga”, invisible al
ojo del ser humano. Ésta última cualidad nos está indicando que las estufas a cuarzo y halógenas, que
toman un color visiblemente rojizo-anaranjado, técnicamente hablando no
calientan por Radiación infrarroja sino que lo hacen mayoritariamente por
simple Convección, como cualquier otra estufa eléctrica a resistencia. Obviamente una parte mínima de esa
transmisión se hará por Radiación en tanto cualquier objeto a una temperatura
superior al cero absoluto (-273º C) irradia energía infrarroja, pero no por
ello entran en la categoría de calentadores por Radiación infrarroja.
La Bomba de Calor: siempre dentro de los sistemas de calentamiento
mediante el uso de la energía eléctrica, merece ser destacada la eficiencia térmica de la bomba de calor, integrada en todo
equipo de aire frio-calor que, cumpliendo un ciclo de compresión-expansión de
determinados gases, produce un intercambio de calor, enfriando un ambiente
caliente o calentando uno frio invirtiendo el ciclo.
Los equipos de aire acondicionado
tradicionales tienen un moto-compresor que funciona a “todo o nada” (on-off) es
decir, o están funcionando a pleno, o se detienen cuando llegan a la
temperatura programada, para volver a arrancar en cuanto la misma se aleje
nuevamente de la impostada, implicando esto continuos arranques y paradas. En este modo de funcionamiento hay dos
factores que incrementan el consumo de energía del motor: o funciona al 100 %
de su potencia (y consumo), o se detiene con lo que, para continuar con el
ciclo de enfriamiento o calentamiento programado, en breve necesita volver a
arrancar, siendo el arranque el momento de mayor consumo de un motor.
Esto
implica que si se lograra controlar estas dos partes del ciclo, se podría
reducir el consumo de estos equipos, que tanta mala fama tienen al
respecto. Los últimos años la tecnología
electrónica conocida como Inverter
aplicada a las bombas de calor de los equipos de aire acondicionado logró el
fin perseguido, reduciendo el consumo.
Así, alimentando el moto-compresor del equipo de aire acondicionado no directamente desde la red de 220 volt sino a través de una fuente electrónica tipo Inverter, es posible variar de manera automática la frecuencia de la
tensión de alimentación entre 5 y 120 hercios (en lugar de
los 50 hercios fijos que provee la red de alimentación), con lo que se reduce
el consumo aunque, en rigor de verdad, no puedo dar fe que tal reducción sea,
como dicen algunos artículos, de un 25 a tanto como un 50 %, que en principio me parece un
poco exagerado. Sí es categóricamente
cierto en cambio que el hecho de poder variar la frecuencia nos permite
controlar la velocidad de giro del
moto-compresor adecuándola de manera automática a las necesidades térmicas de
cada instante, es decir, manteniendo la temperatura no sólo en el valor
programado sino con mínima desviación. Así, por una parte, el moto-compresor no
va a funcionar todo el tiempo a pleno, consumiendo menos y a la vez sufriendo
menos desgaste; y por otra no se va a detener a cada rato, evitando así
permanentes arranques, tan golosos de energía.
Todo esto hace que, ante la compra
de un equipo de aire acondicionado, nos debamos plantear seriamente si no
podemos hacer un esfuerzo más y comprar no sólo un equipo de frio-calor, sino
con tecnología Inverter.
Los equipos de frío-calor son capaces de entregar
3 a 4 Kw de energía térmica por cada Kw de energía eléctrica consumida a
diferencia de un calefactor a gas, que como mucho entrega 1 Kw de calor por
cada Kw de energía consumido.
Esto para nada significa que se haya inventado una
máquina que realiza una “generación espontánea de energía” sino que, si bien es
cierto que desde la red toma 1 Kw por cada 3 ó 4 que entrega, ese 1 Kw es sólo
para hacer funcionar el moto-compresor, pues la energía que calienta o enfría
el ambiente la extrae el equipo (durante los ciclos de expansión y compresión
del gas refrigerante) del aire exterior desde el momento que el mismo ingresa
al sistema a determinada temperatura mayor al cero absoluto (-273º C).
Al
respecto, un hecho de la Física que merece ser aclarado en tanto la mayoría lo
desconoce y que hace muchos años, cuando lo conocí cursando las clases de Física de la escuela técnica secundaria, me fascinó, es
que mientras el aire tenga una temperatura superior a -273º C, conocida como el
“cero absoluto”, implica que contiene alguna cantidad de energía, que por
ende puede serle extraída mediante adecuados procesos, en este caso mediante un
ciclo de compresión-expansión de determinados gases, proceso que excede las
pretensiones de la presente Monografía pero que el curioso puede consultar en
artículos técnicos que se refieran a refrigeración.
En definitiva, si de rendimiento puramente energético vamos a hablar, no hay como la calefacción eléctrica. La diferencia que decanta la
balanza en favor del uso de los combustibles fósiles, como por ejemplo el gas, para calefaccionar un
ambiente está en el costo de una y otra energía por unidad de caloría
entregada.
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